El ego y sus máscaras
En las últimas tres semanas he meditado mucho sobre la
importancia de hacernos humanos consientes de cuando estamos siendo auténticos
vs cuando nos cubrimos con una máscara que creemos nos protege, pero que en
realidad su función es evitar que los demás nos vean.
Cada experiencia que tengo con mis pacientes es un mundo
diferente y aun así no deja de sorprenderme el asombro o reacción que puedo ver
en sus rostros cuando al fin se relajan, bajan sus defensas y se dejan ver con
más claridad, entonces hablamos y los llevo a la reflexión de que los 15
minutos previos hablaba con su máscara y no con su esencia, a partir de ahí el
proceso fluye y el viaje de la sanación interior inicia.
Despertar la conciencia solo es posible cuando nos permitimos mostrar nuestra vulnerable esencia humana, claro está que en espacios seguros, pues tampoco recomiendo que vayas por la vida sin límites, mostrando todo tu interior.
Dicho esto, quiero compartirte que ese despertar del que te hablo no es nada más ni nada menos que llegar a la conciencia o el descubrimiento de que el ego ha estado gobernando nuestra vida usando diferentes máscaras para protegernos del supuesto peligro que en la película mental que nos cuenta a diario parece muy real.
Cuando hablo del ego, ya sea con mi esposo, quien ama este tema, en mis charlas o con mis pacientes, parezco a veces defensora de él, sin embargo, se debe a que como terapeuta sé que es un mecanismo de defensa que se activa desde el minuto cero que nosotros venimos al mundo con la intención de protegernos y sobre todo reconozco que en esas edades para nosotros es muy necesario. Así que considero su existencia una ayuda para que sobreviviéramos la dependencia de nuestros padres en la infancia, ya que cuando teníamos hambre o frío y no podíamos hablar, el ego lloraba para ser escuchados y asistidos en nuestras necesidades más básicas.
Al pasar los cinco años de vida el ego inicia a ponernos una máscara de comportamiento y lo hace repito creyendo que eso nos hará mucho bien, tanto así que lo adaptamos como nuestra personalidad olvidando nuestra verdadera esencia.
Cuando atravesamos etapas en nuestras vidas donde sentimos
que no somos nosotros mismos o que algo anda muy mal en el mundo exterior y
queremos descubrir el origen o encontrar al culpable de nuestra inconformidad,
significa que ha llegado el momento preciso para empezar a trabajar en nosotros
mismos y deshacernos del ego y sus máscaras.
Las macarás del ego se dividen en emocionales y conductuales, te hablaré de las más comunes y te invito a tomar notas.
Cada vez que entramos en luchas de razón con los demás, sea cual sea el tema de conversación, intentamos convencer al otro de nuestro punto como verdad absoluta, estamos usando la máscara de la rigidez mental que intenta protegernos de que vean nuestra creencia irracional de ser insuficientes, cuando lo más práctico y bastante racional sería aceptar la relatividad de cada situación.
Cuando categorizamos todo como moral o inmoral, correcto o
incorrecto y nos ponemos estándares de valores tan altos que en ocasiones ni
nosotros mismos podemos cumplir, la barra moral está tan alta que así como
criticamos a los demás nos terminamos criticando a nosotros mismos en ese
momento tenemos puesta la máscara del perfeccionismo que intenta protegernos de
que descubran nuestra creencia de no merecedores.
Decir si queriendo decir no, estar a disposición de los demás, mostrarnos pasivos y bondadosos, olvidar nuestras necesidades para cubrir las de los demás y si nos cuesta trabajo, poner límites, en ese momento llevamos puesta la máscara del altruista que intenta ocultar nuestra carencia de sentir reconocimiento y aprobación.
Considerarnos de buen carácter por gritar, ser autoritarios o imponer nuestra forma de ver la vida, con actitudes agresivas ante las personas o situaciones que no se comportan según nuestras expectativas, estamos con la máscara de la indiferencia que intenta protegernos de nuestro miedo a ser rechazados.
Las máscaras emocionales operan de forma diferente en cada uno de nosotros, son utilizadas de forma a veces muy conscientes y otras bastante inconscientes.
Por ejemplo, si usamos la máscara de la alegría permite que nos mostremos la mayor parte del tiempo felices y contentos cuando por dentro guardamos tristeza o enojo, lo que cubre es el miedo a la vulnerabilidad.
Cuando nos sorprendamos evadiendo los conflictos, alejándonos de situaciones o personas que nos confrontan y nos repetimos constantemente que preferimos la paz, que la discordia estamos usando la máscara del huidizo que cubre la carencia o el temor a no ser valorados ni aceptados por ser conflictivos.
Si nos caracterizamos por ser personas desconfiadas, nos cuesta delegar o creer que alguien puede hacer las cosas bien, cuidamos mucho de que no nos mientan, pero nos encanta que confíen en nosotros, estamos usando la máscara del controlador que cubre nuestro enorme temor a la traición.
Podría hablarte más sobre las máscaras que con frecuencia utilizamos, sin embargo, mi objetivo es llevarte un poco a la reflexión y que analices en cada momento si las estás usando, ya que al hacerte consciente podrás iniciar a vivir con genuinidad y le quitarás el poder de tu vida al ego que por más que quiera proteger termina dañándonos y haciéndonos olvidar nuestra verdadera esencia
Como te contaba al inicio del artículo, en las últimas semanas me he enfocado en descubrir cada máscara que yo misma lleve puesta, ya que este 2024 lo nombre el año de mi genuinidad y autenticidad, porque tengo la intención de ser yo en mi propia esencia.
Te reto a que identifiques tus máscaras, crees una lista de ellas y empieces a monitorear en que situaciones las usas, una vez que las descubres tu esencia inicia a manifestarse.
Recuerda que eres un ser humano único que ya no necesitas usar mascaras para tener la vida que deseas.
Si te sirve mi escrito puedes compartirlo, quizás a alguien más le puede servir.
- Psicóloga Heidy Ubeda
Comentarios
Publicar un comentario